Con el comercio electrónico marcando nuevos máximos a finales del pasado año y unas previsiones de crecimiento de las entregas de paquetes del 80% a lo largo de la próxima década, conocer los resultados de un nuevo estudio realizado por Prologis Research y MIT Real estate Innovation Lab titulado “El comercio electrónico reduce la huella de carbono del sector minorista”, no ha hecho más que poner de manifiesto los beneficios ambientales del e-commerce.

Las primeras estimaciones sugieren que las ventas online estadounidenses crecieron por encima del 50% en la temporada prolongada de compras navideñas de 2020, con trayectorias similares en otros grandes mercados de comercio electrónico como China, Europa y Japón. Sobre la base del promedio de emisiones del estudio del MIT, esta mayor cuota del comercio electrónico redundó en una reducción de las emisiones por paquete cercana al 2,4%.

Así que, la primera de las grandes conclusiones del estudio es que las emisiones de carbono de las compras en línea son un 36% más bajas, de media, que las realizadas en tienda. Esto es debido, principalmente, a la reducción drástica de emisiones asociadas al transporte vinculado al desplazamiento hasta la tienda, que compensa con creces los perjuicios generados por las devoluciones o los procesos de embalaje.

Por otro lado, la consolidación del reparto de mercancías en una “ruta circular” reduce las emisiones vinculadas al transporte en casi un 90%. En el caso de una entrega a domicilio, una furgoneta estándar llena puede sustituir a más de 100 viajes individuales en coche. Además, la consolidación de los pedidos y la optimización de la red reducen los costes para los operadores de comercio electrónico. Además, la entrega directa al domicilio desde los centros urbanos de distribución puede ser una potente palanca para reducir adicionalmente las emisiones.

Las redes logísticas desarrollas “ad hoc” que entregan mercancías desde los centros urbanos de distribución cercanos a los consumidores (en lugar de hacerlo desde instalaciones fuera del núcleo urbano) pueden evitar alrededor del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas al transporte y reducir la huella de carbono global por paquete en un 10% de media.

Almacenar las mercancías lo más cerca posible del consumidor final minimiza las distancias de entrega finales y la congestión. Esto reduce tanto los plazos de entrega como los costes, al maximizar las capacidades de carga de la flota de reparto.

Finalmente, el estudio destaca que aparte del impacto positivo inmediato en las emisiones, la perspectiva del crecimiento del sector, junto con innovaciones en curso, como una planificación más eficaz, innovaciones en los embalajes, edificios inteligentes, electrificación de vehículos e inteligencia artificial (IA), puede incrementar aún más la sostenibilidad de las operaciones.

Fuente: Diario del Puerto